martes, 29 de noviembre de 2016

KILIMANJARO. Mikael coronando África. (Oscar Arroyo)

Por: Oscar Arroyo. (Padre de 3 chavales de Mikael).

El pasado 2 de enero del 2016 conseguí encaramarme a la cima del Kilimanjaro y divisar el continente africano desde su punto más culminante, 5.895 metros de altura sobre el nivel del mar.

La expedición fue todo un éxito, ya que los once integrantes hicimos cumbre, un hito sin precedentes a juicio de los guías locales que nos acompañaron.
  
En esta ocasión, di una vuelta de tuerca, y aproveché mi estancia en Tanzania para ayudar a una pequeña ONG local (fundación Carpio-Pérez), de una chica de Salamanca.
Esta fundación colabora con las viudas masais y sus hijos, que se quedan sin nada tras la muerte del marido. Allí nos encaminamos con casi 100 kg de ropa y chancletas, ayuda económica para comprarles animales (cabras, gallinas y burros) y dinero para terminar su escuela de primaria. Estas pequeñas ayudas, hacen que nuestro proyecto de los “7 techos” tenga mayor sentido y fuerza, si cabe.

Fiel a mi estilo montañero, contacté directamente por internet con una agencia de Arusha, que cuenta con buenas recomendaciones. Es obligatorio ir con una agencia y con guías locales, ya que es parque nacional y el permiso debe ser gestionado por ellos y de paso te incorporan un equipo potente con sus cocineros, porteadores… En nuestro caso vamos con la agencia “Arunga expeditions” y su responsable es Benjamín David (benjadn@yahoo.com). Muy buen su trato, precio interesante y nos ayudó mucho tanto antes del viaje por mail como luego allí durante nuestra estancia.
La lista de expedicionarios, quizás ampliada por la fama del “Kili”, se compone de 11 montañeros. Elegimos la ruta Machame de ascenso y Mweka de bajada con un día más de aclimatación, 7 en total, para subir los 4100 m de desnivel. Se trata de huir de la ruta Marangu (Coca Cola) más masificada. Además, la ruta Machame es circular, y nos dará una mayor visión del macizo. Es más dura, conocida por ello como la “ruta del whisky”, debiendo dormir todas las noches en tiendas de campaña.

Preparación
    “Anticipa lo que puedas” ese es mi lema, lo que en montañas como ésta, de 6.000 metros, significa preparar con mimo el cuerpo para la escasez de oxígeno.
Durante casi todo el año, realizamos salidas al monte recrear escenarios similares a los que va a vivir en Kilimanjaro: dormir en altura, frío, mal tiempo, uso de material adecuado... todo suma y todo cuenta si vienen mal dadas llegada la hora de la verdad
En diciembre,  llega la tradicional acampada a 2.900 metros en el collado Argualas,  para aclimatar la cabeza y probar material. Fue ya el 5º año consecutivo, soportando temperaturas de hasta -20 grados”, algún año.


Dificultades
 La falta de dificultades técnicas hace creer asequible  el  ascenso,  pero nada más lejos de la realidad. Esta imponente montaña  se eleva 5.000 metros sobre la sabana tanzana. Es la montaña más alta en la Tierra aislada de una cadena montañosa, lo cual hace que una aclimatación adecuada sea un factor muy importante para lograr el éxito.


Preocupantes también son factores como vacunas (malaria, fiebre amarilla), diferente clima, la comida, el agua… que hacen que no podamos estar tranquilos. El clima húmedo de la parte de abajo y el frío (hasta menos 20) de la parte superior, unido a la incomodidad de dormir en tiendas, hace que no sepamos muy bien cómo vamos a responder. Los porcentajes de ascenso en esta ruta andan por el 50%”.

 La clave del ascenso, como dicen los guías es ir “pole-pole” (poliki, poliki) o “baby-pass”, eso ayuda al cuerpo a adaptarse a la altura y beber mucho líquido (5-6 litros /día), para “orinar” blanco.
En estos sitios, como siempre, lo más duro es adaptarse a la comida rutinaria (sopas, pasta o arroz y verduras con especias a tope, más los termos de agua caliente para el té o café) y a los váteres, o “casas del horror” como se les conoce popularmente.
El clima ya es árido en esta zona y se nota la sequedad en la garganta y fosas nasales, hay que tener mucho cuidado para no sangrar por la nariz, ya que cuesta bastante cortar las hemorragias.

Ascenso
Lo realizamos desde el día 28 de Diciembre hasta el 3 de enero. Comenzamos a andar en Machame Gate a 1800 metros de altitud y cada día subíamos a un campamento distinto. El 30 a Shira camp (3000), el 31 a Barranco camp (3950), el 01 a Karanga camp (4000) y el 02 a Barafu camp (4600).
La Noche Vieja en Karanga (4000), nos conformamos con ensaladilla rusa y brocheta de carne y patatas, no hubo ni uvas ni cava.
Todas las noches, un componente del grupo, Juanma, que es médico (daktari en swahili), realiza el chequeo rutinario a todos con el pulsioxímetro (saturación de oxígeno y pulso). Cuando los guías se enteran de que hay un médico y una enfermera en el grupo, las consultas privadas crecen, y los porteadores con dolencias importantes son enviados a sus casas a descansar... ¡A este paso nos quedaremos solos!
El día de cima es especial y diferente al resto. El 01 de enero ascendemos en 4 horas a Barafu Camp (4650), último campamento de altura. Vemos gente que baja de la cima, en muy mal estado, debido a la poca o mala aclimatación.
Aquí todo hay que hacerlo a ritmo lunar, para evitar dolores de cabeza y malestares mayores. El tiempo parece que pasa más despacio pero tan solo es la percepción por la altitud.
  Una fuerte tormenta sacude las tiendas esa tarde y los pensamientos de los 11 montañeros que componen la expedición. Cunde el nerviosismo, se masca el “canguelo” en el ambiente.
A las 19:00 h nos tumbamos a dormir, para levantarnos a desayunar a las 23:00 h y empezar a andar a las 00:15 h en plena noche del 2 de enero. El cielo está totalmente despejado y con luna decreciente, aunque la forma es al revés al ser hemisferio sur. La sombra del cráter Mawenzi al este, nos acompañará durante toda la ascensión.
La subida se lleva a cabo durante casi toda la noche, en duro y continuado ascenso sin apenas zonas de descanso. Únicamente miramos los pasos del compañero de delante, que es lo poco que puedes observar. Tenemos que separarnos en 2 grupos, porque la montaña hace su selección natural. Algunos componentes sufren para poder ganar altura durante las primeras horas; la hidratación es clave para que el organismo siga estando “acorde” a la altura, y que la cabeza, que es la que manda, no nos envié órdenes erróneas.
A las 4:00 h es la hora más fría de la noche rondando los – 5ºC, no hay casi viento y eso hace que con la ropa que llevamos sea una sensación llevadera. No está siendo una noche desfavorable para la atura a la que nos encontramos.

El amanecer que nos sorprende a nuestras espaldas es increíble, sale el sol detrás del volcán Mawenzi, con un mar de nubes debajo y algo de nieve en el camino por la tormenta del día anterior.
Sobre las 7:00 h llegamos a Stella Point (5735 m), que es la entrada al cráter y desde donde ya vemos la cumbre. Es un cráter de 200 m de profundidad, con glaciares a su alrededor.

A las 7:30 h de la mañana llegamos todos, los 11, a la cima. Un compañero del grupo, Leoncio, saca la trikitixa de la mochila que se llevó desde Igoa (Valle de Ultzama) para celebrarlo y también acordarse de algún antiguo compañero que nos ha dejado. Son momentos muy emotivos donde cada uno se expresa a su manera. Estaremos casi 1 hora en la cima disfrutando del paisaje y de la alegría compartida.

Esa tarde bajamos a dormir a Mweka camp (3000), son casi 3000 metros de bajada.
Al día siguiente, 03 de enero, descendemos en 3 horas a Mweka Gate (1800), en la salida del Parque. Tras dar las propinas al equipo, cantan y bailan la canción “Hakuna matata”. Después coches y vuelta a Arusha.
Nuestro equipo estaba formado por 36 personas: 2 guías, 3 guías asistentes, 3 en cocina y 28 porteadores. Son siempre los porteadores los que más se merecen esta propina, por ser el escalafón más bajo de la cadena y por el esfuerzo físico de su trabajo.

Kilimanjaro solidario     

Entre todos, ayudamos algo a la ONG  Fundación Carpio-Pérez (www.fundacioncarpioperez.org), establecida en la zona.
 No fue fácil llevarlo a cabo, tras 15 horas el día anterior con 1.300 metros de subida y casi 3.000 de bajada, pero mereció mucho la pena, no ha hubo dudas.
Compartimos un tiempo en la aldea de Arkaria, viendo cómo viven los masais del siglo XXI. Sin duda, los niños de la aldea, son los que más nos emocionan, siempre es el colectivo más débil.


Hay que agradecer también la colaboración en este proyecto solidario al Ayuntamiento de Zizur Mayor, a los compañeros de KYB Steering Spain, a la Clínica dental Ricardo Vásquez, al pueblo de Igoa y a la revista Al Revés, ya que ha sido posible llevar  la aldea masai materiales, ropas, animales y dinero para terminar su colegio de primaria.
Ha sido una experiencia única, como solía decir el guía Damas: “solo se vive una vez, pero si lo haces intensamente, con una es suficiente”. Con eso nos quedaremos…

No hay comentarios:

Publicar un comentario